Hace un tiempo atrás, y ya consciente de mi creencia en Dios, y en la obra y la palabra de Cristo, aún no había leído la Biblia. Y mientras pasaba el tiempo no reusaba a escuchar cualquiera de sus escritos que a mi llegara por diferentes vías, pero no me decidía a leer la Biblia, eso sí, estaba abierto a hacer el bien y la luz en cuanto momento se me permitiera, y también escuchar del universo circundante cuanta señal, en cualquiera de sus formas, viniera de Dios para mi crecimiento espiritual, o para hacer su obra, siempre buscando la luz; No era poca la luz que me llegaba, cuando se está despierto en la fe, se ve la obra de Dios en todo lugar y momento.
Pero todavía consideraba que no era tan necesario leer la Biblia, hasta que un día, cavilando me pregunté ¿Te atreverías a impartir algún tipo de enseñanza sobre Dios, Cristo y la Fe, no de forma esporádica o espontánea, sino formalmente con la debida preparación y pedagogía, de forma sistemática? Y cuál sería mi mayor sorpresa que automáticamente la respuesta, muy consciente y por supuesto Dios mediante, sería, «No, porque para ello deberías conocer con mucha más profundidad la historia y los escritos bíblicos, conocer con mucha más profundidad la palabra de Dios escrita en la Biblia». Y acto-seguido pensé «Poesía de Dios».